La decisión del gobierno de Javier Milei de eliminar el nombre del Centro Cultural Kirchner (CCK) reactivó el debate respecto a los homenajes brindados por la dirigencia política -en especial, de sello justicialista- al ex jefe de Estado fallecido hace más de 13 años. Y la polémica también llegó a Tucumán, donde se bautizó con el nombre de Néstor Carlos Kirchner a un sinfín de espacios públicos.
“Se ha decidido finalmente cambiarle el nombre al CCK, así que dejará de llamarse como tal y efectivamente se le dará paso a un nuevo nombre”, comunicó esta semana el vocero presidencial, Manuel Adorni, respecto al emblemático edificio situado en Ciudad de Buenos Aires.
La decisión de la gestión de La Libertad Avanza desató mensajes cruzados, con el oficialismo poniendo el foco en la “corrupción kirchnerista” y la oposición reclamando soluciones a los problemas urgentes que atraviesa la Argentina, en lugar de “fuegos artificiales”.
Más allá de esta discusión, el anuncio de Adorni derivó en una revisión de los lugares de la Argentina que llevan el nombre del esposo de la ex presidenta y ex vice Cristina Fernández de Kirchner.
Tras la muerte del ex jefe de Estado, producida el 27 de octubre de 2010 en El Calafate, el justicialismo tucumano se sumó a la iniciativa de promover el nombre de Néstor Kirchner a modo de homenaje.
Ocho días después del deceso, el Concejo Deliberante de la Capital aprobó el proyecto de ordenanza enviado por el entonces intendente Domingo Amaya para cambiar la denominación de un tramo de la avenida Roca para rendir tributo al ex presidente. Si bien hubo intentos por restituir los nomencladores originales, el apellido Kirchner todavía se lee en el sector comprendido entre avenida Alem y Elmina Paz de Gallo.
El alperovichismo, sin embargo, fue el principal impulsor de estos gestos conmemorativos hacia el referente peronista de Río Gallegos.
Uno de los más representativos se dio en 2014, cuando el ex gobernador José Alperovich inauguró el Hospital Néstor Kirchner (ex Ados), situado en Mendoza al 100. En los últimos años hubo proyectos de ley que apuntaban a remover el apellido “K” e instaurar en su lugar el de Jesús María Amenábar, prestigioso médico tucumano fallecido durante la pandemia de covid-19. Dichas iniciativas, igualmente, no prosperaron.
El recuerdo del ex presidente entre 2003 y 2007 quedó plasmado además en otros lugares de Tucumán. El listado incluye: el barrio Néstor Kirchner, situado hacia el sur de la Capital; la terminal de ómnibus Néstor Kirchner, de La Cocha, reinaugurada en 2013; el pasaje Néstor Kirchner, en Yerba Buena; la avenida Néstor Kirchner, en Lomas de Tafí; la escuela Néstor Kirchner, de La Ciénaga (departamento Monteros); y el Centro de Innovación e Investigación para el Desarrollo Educativo, Productivo y Tecnológico Néstor Kirchner, que funciona en José Ingenieros 260 y depende del Ministerio de Educación de la Provincia; entre otros espacios públicos. A ellos se suman otros tributos, como la organización de la Copa Challenger-Néstor Kirchner (declarada de interés legislativo en 2011); y los frustrados intentos por bautizar con el nombre del ex jefe de Estado a distintos tramos de las rutas 38 y 301.
En estos años, desde la oposición tucumana motorizaron varias propuestas a contramarcha de estos homenajes. La más reciente data de esta semana, y fue firmada por el diputado nacional Gerardo Huesen (FR-LLA), quien elevó un proyecto de resolución en el Congreso para que se restituya “el nombre Presidente Julio Argentino Roca y Juan Bautista Alberdi, según corresponda, a aquellos edificios públicos hoy llamados Néstor Kirchner”.
Ya en 2013, el legislador Ricardo Bussi (FR-LLA) había formalizado una iniciativa en la Legislatura para “suspender todo tipo de trámite que tenga por finalidad nombrar a un espacio público, establecimiento, parque, calle y/o cualquier otro lugar de carácter público de propiedad estatal con alguno de los nombres de la familia Kirchner”. Propuestas similares elevaron más tarde los ex legisladores Alberto Colombres Garmendia y Luis Brodersen (del PRO, en 2016) y el legislador Claudio Viña (del alfarismo, 2018). En todos los casos, estos expedientes pasaron al archivo de la Legislatura de Tucumán.